La irresistible atracción de las largas historias, a propósito del capítulo final de Crepúsculo, que se estrena el jueves
Crepúsculo es una narración -como la de la mayor parte del cine de ficción que se estrena- intensamente novelesca. En su fundamental El arte de la novela , MilanKundera escribe: "El arte de la novela es el arte de la complejidad. Cada novela dice al lector: ´las cosas son más complicadas de lo que tú crees'. Ésa es la verdad eterna de la novela que cada vez se deja oír menos en el barullo de las respuestas simples y rápidas que preceden a la pregunta y que la excluyen".
La verdad eterna de la novela, entonces, sería retrasar su resolución: mientras que en los cuentos la digresión es escasa, en las novelas los desvíos, las ramificaciones, lo que retrasa la conclusión son parte del aire que seduce. La saga Crepúsculo es una serie de novelas y también una serie de películas especialmente novelescas o, en sus momentos de menor vuelo, telenovelescas; y con más de una generación, aun con la dificultad que puede conllevar hablar de generaciones en familias de vampiros.
Con cuatro directores para cinco películas (el único repetido es Bill Condon, porque dirige las dos partes de la entrega final) y una gran cantidad de peripecias y cambios de clima, con transiciones desde intensas luchas feroces hasta escenas intimistas y hasta domésticas, es lógico que Crepúsculo sea una saga despareja.
También es cierto que hay decisiones torpes en algunas explicaciones -a veces, los personajes parecen no haber salido del papel- y otros desajustes, sobre todo en las tres primeras películas. Pero por sobre los defectos se impone una batería de atractivos nada desdeñable, como el basamento sólido en algo nuclear y apasionante: al amor adolescente, que se siente inmortal, se le presenta la posibilidad de ser realmente inmortal. Es un punto de partida de innegable astucia el combinar amor adolescente con inmortalidad vampírica: sensación de omnipotencia arremolinada por partida doble.
También son destacables la tensa diplomacia entre vampiros y lobos y la capacidad para relatar situaciones de seca crueldad. Éstas y otras virtudes generan una respetable potencia, sobre todo en la mejor entrega hasta el momento: la más melodramática, desmelenada, y segura -en su intensidad y en sus excesos-, Amanecer parte 1.
Seiscientos ocho minutos tardará, ya sumado el estreno del próximo jueves, la saga Crepúsculo en llegar a su final cinematográfico. Un poco más de diez horas se toman las cinco películas (tres simples y una doble, para adaptar cuatro libros) para contar la historia de Bella, Edward, Jacob y muchos otros. Muchas más horas, casi veinte, suma Harry Potter, con más libros como base. Los juegos del hambre (tres libros), de la que se estrenó la primera película este año, no será tan larga cuando se terminen todas sus versiones fílmicas. Y también será más corta que El Señor de los Anillos más El Hobbit.
Harry Potter reina hoy en duración, pero, con el anuncio de una nueva trilogía, la saga Star Wars quizá llegue a superar los 1178 minutos que suman las películas del mago. Por ahora, las dos trilogías existentes de Star Wars llegan a 797 minutos, pero con tres entregas más es muy probable que se superen los 1200 minutos, las 20 horas. Además de que probablemente sea la más larga de todas estas franquicias -en minutos y también por longevidad-, la saga de Star Wars tiene una diferencia fundamental con el resto de los títulos nombrados: no está basada en libros preexistentes. George Lucas escribió el guión a partir de su imaginación. Por supuesto, la imaginación siempre incluye las películas vistas, los libros leídos, etcétera, pero Star Wars nace para el cine. Y el universo desplegado por Lucas, los personajes, la concepción general fueron fundantes.
El cine y la cultura masiva ya no volverían a ser los mismos después de Star Wars. La película como marca, como vehículo de venta de infinidad de productos, como objeto de adoración de legiones de fanáticos, como película que genera otras películas con la lógica -con tiempos de actualización más lentos- de los viejos seriales de los principios del cine. Star Wars no partió en 1977 de la seguridad de éxitos preexistentes, y se filmó con mayoría de actores en ese momento desconocidos (Harrison Ford estaba lejos de ser una estrella). El mercado era muy distinto en ese entonces.
Hoy en día, y en parte por culpa de Star Wars, las apuestas del mainstream son otras, con otros condicionamientos. Los costos de publicidad y de lanzamientos son gigantes, además de globales. Para este tipo de venta es muy tentador hacer películas que posean "una marca" conocida previamente. Así, se multiplican las adaptaciones de lo que sea que haya sido exitoso, de fenómenos que preexisten al cine, ya sean libros, videojuegos o historietas (los superhéroes también se multiplican y se suman para pelear juntos). La tentación de hacer sagas o series a partir de productos ya probados es mayor.
En algunos géneros como el terror es en donde surgen con mayor facilidad series de películas sin necesidad de estar basadas en productos ya probados como exitosos, en donde con una venta de "un concepto logrado" se pueden generar buenos negocios durante varios años (El juego del miedo, Destino final). Sin embargo, si bien son muy convocantes, no generan el mismo nivel de afición o fanatismo que "las sagas de moda".
¿Tienen algo en común estas sagas que definieron la última década y que mencionamos anteriormente? Tanto Crepúsculo como Harry Potter, El Señor de los Anillos y Los juegos del hambre, así como la veterana Star Wars, nos llevan a mundos extraordinarios.
Completamente otros universos paralelos como en Star Wars y El Señor de los Anillos, el futuro distópico en Los juegos del hambre, más cercanos pero con magia y hechicería como en Harry Potter, o uno más parecido al nuestro pero que cuenta, en el noroeste de Estados Unidos, con comunidades de vampiros y humanos lobos de exacerbado romanticismo. Así las cosas, no solamente es difícil hoy que una saga o una serie de películas se origine en el cine sin un éxito previo; es además poco probable que una saga "del mundo real", como El Padrino, vaya a tener algún tipo de posibilidad. A no ser que Don Corleone se pelee con Drácula en un planeta muy, muy lejano..
lanacion
via: twilightargentina
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