06 octubre 2011

Rachelle Lefevre: Review de su pelicula “The Caller”




Historias de fantasmas, nos las conocemos de memoria. En ese terreno, hay muy poca innovación y los japoneses dejaron el terreno bastante infértil con su infinidad de Ju-Ons y con la llegada a territorio americano de The Ring y The Grudge. The Caller vendría a ser un intermedio entre tanto fantasmita japonés; aunque su historia tiene varios dejos a algunas historias orientales, es lo suficientemente atractiva en su mezcla con algún capítulo de The Twilight Zone para llevar a cabo su cometido de contar una buena y simple historia.



En The Caller veremos a la joven Mary Kee, quien está atravesando un divorcio dificultoso y se muda a un complejo de departamentos algo viejo en Puerto Rico (un espacio bastante inusual y exótico para este tipo de historias) Con el departamento amueblado viene un teléfono de esos viejos, que una vez que empiece a sonar no parará hasta el final.
Lo que presenciamos como meros espectadores es un intercambio bizarro entre dos grandes actrices: por un lado, una Rachelle Lefevre que hizo muy bien en no volver a la saga Twilight y se encuentra a sus anchas cargándose todo el peso de la película componiendo a una Mary frágil y debilitada por los años de abusos a los que se vio sometida por su pérfido esposo Steven; Rachelle está presente el %95 de la película y realmente se calzó la mochila al hombro y lleva la historia ella sola perfectamente; por el otro lado, la voz en el teléfono, que no es ni nada más ni nada menos que Lorna Raver, vista por última vez como la excelentemente malvada Silvia Ganush en Drag Me to Hell, aquí presente a través del teléfono, demostrando que sin (apenas) mostrarse puede destilar pavor y nerviosismo con sólo su voz.
Junto a estas dos damas en un duelo interpretativo (raro) único estan Stephen Moyer (si lo habremos escuchado decir Sookeh tantas veces en True Blood) como el interés romántico/detonador de la trama, que le explica a Mary el funcionamiento de uno de los puntos claves de la película y Luis Guzmán, el eterno personaje secundario que no aporta mucho a la trama pero le da una pincelada cálida al retrato en general.

La historia y el guión serán los objetos detonantes para determinar que tan atrapante es la película; si bien la dirección de Matthew Parkhill es bastante destacable, el guión de Sergio Casci juega mucho con las paradojas temporales, y uno sabe por experiencia que cuando se juegan con el tiempo y el espacio, las cosas generarán un vacío que puede arrastrar al espectador a la confusión absoluta. Teniendo en cuenta que durante la mayoría del metraje la historia es fácil de seguir, es en el final que se pierde un poco del empuje y el suspenso que venía trayendo aparejada la película (ojo, el tercer acto está brutalmente orquestado) al dejar un par de preguntas sin respuesta que necesitaban ser contestadas para que la película quede cerrada con un moño perfecto.

The Caller es una película extraña, y tiene ciertas coincidencias con algo que ya vimos antes (Frequency, con Dennis Quaid y Jim Caviezel) pero el valor agregado de cada pequeño componente (una Rachelle Lefevre hermosa y leonina con esos pelos que tiene, una trama – casi – simple) hacen de ella una historia que se siente mínima pero no lo es tanto, y que entretiene.

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