Desde hace unos años, el Festival de Sitges se convierte, durante un
intenso día, en un hervidero de hormonas adolescentes (femeninas) que
pasan noches a la intemperie para poder ver en directo un avance de su
saga cinematográfica favorita, y de paso, a alguno de sus
protagonistas. Este año, han dirigido sus deseos hacia Booboo Stewart,
un menudo actor de rasgos orientales que encarna a un hombre lobo.
Entre exhibiciones de capoeira en el escenario del Auditori del hotel
Meliá y preguntas de fans como por qué está tan bueno, pasó algo
desapercibida Melissa Rosenberg, una guapísima experta en el universo
teenager (la teleserie The O.C., por ejemplo). Un error de cálculo, ya
que ella es la adaptadora de todo el corpus literario de Stephenie
Meyer, y, en buena parte, responsable de su éxito. Nos sentamos junto a
la piscina del hotel y empezamos a analizar este mundo de vampiros
románticos.
UN UNIVERSO CERRADO
Si lees el último libro de la serie, nos explica Melissa Rosenberg, verás que todo está ya cerrado: la historia principal, que es la de Bella y Edward, queda concluida a todos los efectos. Ello no quiere decir que, en el universo literario de Stephenie Meyer, no existan otros personajes, otras situaciones apuntadas, que no sean susceptibles de dar lugar a una nueva serie de películas. Como guionista, tengo varias ideas al respecto, y pienso que serían muy, muy interesantes, y que contentarían no solo a los fans, sino a los productores. ¡Especialmente a los productores! ¡A todos nos encanta hacer dinero, no seamos hipócritas! Lo que sucede es que, contractualmente, Stephenie posee el control de su creación con respecto a las adaptaciones en otros medios, como el cine. Ella tiene la última palabra.
EL (PEN)ÚLTIMO MORDISCO
Amanecer (ed. Alfaguara), novela final del ciclo Crepúsculo, se despide de la gran pantalla con un díptico, una doble película que parece imitar la táctica empleada por Harry Potter. La guionista no lo acaba de confesar del todo: Sí, ellos tuvieron esa idea antes, pero no lo hemos hecho porque sí. Reconozco que, para la productora, tener la ocasión de estrenar dos películas es algo que, económicamente, les va muy bien. Sin embargo, la decisión de rodar dos cintas venía marcada por la densidad de la obra original. Tal vez dos films sea demasiado, pero tampoco podíamos hacer uno solo de casi tres horas. Al final, aparte de ser fieles a la letra del texto, he podido ampliar conceptos que me interesaban como lectora, ser más adaptadora que simple trasladadora de algo ya impreso. He profundizado en personajes, he sido más juguetona, más libre en temas que tienen que ver con la magnífica mitología imaginada por la autora. En las otras cintas, a veces, tenía que concentrarme en condensar peripecias, situaciones, y no defraudar a nadie que conociera la saga. Con Amanecer me he sentido más cómoda.
CÓMO CONOCÍ AL VAMPIRO
Pese a nacer de un libro exitoso, con una legión fundamentalista de seguidores, no estaba claro que la primera cinta fuera a reventar la taquilla y a convertirse en un fenómeno. Nunca sabes si algo va a funcionar o a conectar, ni siquiera partiendo de un material previo contrastado. Melissa Rosenberg reflexiona tras su bello rostro y sus gafas de sol, y es que el fracaso de propuestas como La Brújula Dorada (Chris Weitz, 2007) o Eragon (Stefen Fangmeier, 2006) demuestra que nada es infalible en Hollywood. Pasé mucho miedo con mi primer guión. Tenía la misión de no defraudar a nadie. Los seguidores de la obra de Meyer son muy radicales. También agradecidos, pero eso vino luego. El proyecto me llegó un poco por casualidad, yo ya había escrito cosas sobre el universo juvenil para TV, como The O.C., y me pareció curioso ver esos estereotipos universales y eternos del primer amor, de la dificultad de ser joven, en un marco fantástico de vampiros y hombres lobo. La responsabilidad fue enorme. Me aislé en casa, sin mirar Internet (¡solo había amenazas por si cambiaba una coma de los libros!), y procuré entender a los protagonistas, especialmente a Bella. Esos miedos, esas presiones… ¡no han desaparecido!
HORMONAS ACELERADAS
Su público está formado por chicas de entre 12 y 17 años, estadísticamente hablando. ¿Cuál es la explicación? En primer lugar, me gustaría decirte que no son solo películas para chicas, se pone vehemente la guionista: Sé que hay un gran número de fans hombres que comprenden el mensaje de las cintas. Sí, me lo dicen en e-mails, casi de manera vergonzosa, como si temieran demostrar que los sentimientos, el amor loco, son algo reservado para las mujeres. Lo que sí posee de femenino la franquicia es que permite a las adolescentes vivir su sexualidad aunque sea a una edad temprana. Me enerva esa corriente de opinión que afirma que no hay sexo en estas novelas y en estas adaptaciones: el sexo es el motor principal de ellas. Bella es el personaje activo y sexual de la pareja, y en ella se ven reflejadas chicas que también tienen deseos. El deseo, el sexo, es para muchas chicas algo unido a lo romántico, al romanticismo, lo que lo hace mejor y más interesante que un simple calentón de un chico o un hombre. La manera en que se cruzan esas pulsiones con toda una imaginería fantástica (vampiros y licántropos que son figuras asimismo muy sexuales, muy del miedo a volar de la mujer en su pubertad) son la clave del éxito de la franquicia. Y, bueno, sí, reconozco que algunos hombres tenéis el problema de que en el universo Crepúsculo los chicos están todos muy buenos, van al gimnasio y no hacen el ridículo cuando se quitan la camisa. Es una dura competencia… ¿y una excusa para odiar los films?
CONSTRUYENDO LA SAGA
Tras este golpe bajo a los abdominales de quien esto firma, la conversación deriva ahora en cómo se hilvanó y se levantó el entramado de los films, comenzando, claro, por un reparto que se ha revelado fundamental para el éxito popular. No puedo imaginar a otros dos actores que a Kristen (Stewart) y a Robert (Pattinson), se deshace en elogios Melissa Rosenberg. Hubiésemos podido contratar a actores más guapos, más famoso, incluso te diría que mejores, pero ninguno hubiese podido hallar la magia y la química entre ellos dos. Ha habido críticas de los fans de la saga, pero nadie, nadie en absoluto ha dicho nada en contra de Kristen Stewart y Robert Pattinson. Son el alma de estas películas. Te confesaré una cosa: en Luna Nueva, el personaje de Edward Cullen, Pattinson, es casi un ausente en la trama, pero yo me tomé la licencia de hacerlo aparecer mucho más para sentirlo en pantalla y que Bella reaccionara ante él. Esto te dará una idea de que, a pesar de los acuerdos, sacrificios y renuncias que uno hace al ponerse al frente de la adaptación de una obra tan importante, hay espacio para ser creativo.
CUATRO APROXIMACIONES AL MITO
Catherine Hardwicke, Chris Weitz, David Slade y Bill Condon… cuatro directores para una sola guionista (y un cuarteto de libros, sí). Curiosamente, solo una de ellas, la primera, Hardwicke, mujer. Cada director ha enriquecido la franquicia, juega a la diplomacia (seguramente sincera) Melissa Rosenberg: En su estilo, han sido capaces de explorar facetas de las novelas, de mis guiones, con una mirada limpia y novedosa, creativa. En el caso de Hardwicke, fue algo muy bonito porque se unían tres mujeres, y eso sirvió para cimentar todo lo que ha llegado luego: que en algo donde hay vampiros inmortales, hombres que se transforman en lobos y sectas milenarias haya latidos de realidad, que sea algo real, algo tratado no con la perspectiva (respetable) del cine de género canónico. Son películas sobre sentimientos, pasiones y miedos a crecer, a entrar en la madurez y enfrentarse a eso tan desconocido que es la vida de adulto. Nos hubiera gustado proseguir junto a Catherine, pero no pudo ser. Eso no provocó ningún traspiés a la franquicia, sino que la enriqueció con nuevos creadores. Sé que no debería decirlo (y la publicista de la productora lo corrobora con un gesto de señorita Rottenmeier), pero mi favorito es Bill Condon, el de esta última parte. No solo es también guionista (y no ejerció aquí como tal, algo que le agradezco), sino alguien muy vinculado al fantástico, y con una visión muy inteligente.
TRAS LA BODA (Y EL FUNERAL)
Entre sus próximos proyectos, Melissa Rosenberg tiene el de remakear (o resetear) el clásico ochentero Los Inmortales (Russell Mulcahy, 1986), tarea para la que los productores cuentan, dirigiendo, con Juan Carlos Fresnadillo, quien se paseaba también por Sitges presentando su último trabajo: Intruders. No puedo avanzar mucho de ello, nos dice la guionista, es todavía muy pronto para alimentar Internet con más rumores, porque aún pueden cambiar cosas. Lo que no va a cambiar es la devoción que por Rosenberg tienen los hooligans de una serie en la cual ella ha ejercido de productora ejecutiva, y para la cual ha escrito bastantes episodios: la sangrienta Dexter. ¿Qué voy a decir de ella? ¡Es mi ojito derecho! Es casi como una terapia para mí, y, esto te lo digo entre tú y yo, a veces, cuando me estancaba en algo relacionado con Crepúsculo y sus continuaciones, me sentaba a esbozar ideas para Dexter. Aunque pueda provocar risa, hay bastantes cosas en común entre el universo psicológico de Dexter y lo que viven Bella y Edward. ¿Un Dexter en pantalla grande? ¿Y por qué no una saga? Ojalá el cine fueran tan arriesgado como lo es la televisión actual.
via. diariotwilight
UN UNIVERSO CERRADO
Si lees el último libro de la serie, nos explica Melissa Rosenberg, verás que todo está ya cerrado: la historia principal, que es la de Bella y Edward, queda concluida a todos los efectos. Ello no quiere decir que, en el universo literario de Stephenie Meyer, no existan otros personajes, otras situaciones apuntadas, que no sean susceptibles de dar lugar a una nueva serie de películas. Como guionista, tengo varias ideas al respecto, y pienso que serían muy, muy interesantes, y que contentarían no solo a los fans, sino a los productores. ¡Especialmente a los productores! ¡A todos nos encanta hacer dinero, no seamos hipócritas! Lo que sucede es que, contractualmente, Stephenie posee el control de su creación con respecto a las adaptaciones en otros medios, como el cine. Ella tiene la última palabra.
EL (PEN)ÚLTIMO MORDISCO
Amanecer (ed. Alfaguara), novela final del ciclo Crepúsculo, se despide de la gran pantalla con un díptico, una doble película que parece imitar la táctica empleada por Harry Potter. La guionista no lo acaba de confesar del todo: Sí, ellos tuvieron esa idea antes, pero no lo hemos hecho porque sí. Reconozco que, para la productora, tener la ocasión de estrenar dos películas es algo que, económicamente, les va muy bien. Sin embargo, la decisión de rodar dos cintas venía marcada por la densidad de la obra original. Tal vez dos films sea demasiado, pero tampoco podíamos hacer uno solo de casi tres horas. Al final, aparte de ser fieles a la letra del texto, he podido ampliar conceptos que me interesaban como lectora, ser más adaptadora que simple trasladadora de algo ya impreso. He profundizado en personajes, he sido más juguetona, más libre en temas que tienen que ver con la magnífica mitología imaginada por la autora. En las otras cintas, a veces, tenía que concentrarme en condensar peripecias, situaciones, y no defraudar a nadie que conociera la saga. Con Amanecer me he sentido más cómoda.
CÓMO CONOCÍ AL VAMPIRO
Pese a nacer de un libro exitoso, con una legión fundamentalista de seguidores, no estaba claro que la primera cinta fuera a reventar la taquilla y a convertirse en un fenómeno. Nunca sabes si algo va a funcionar o a conectar, ni siquiera partiendo de un material previo contrastado. Melissa Rosenberg reflexiona tras su bello rostro y sus gafas de sol, y es que el fracaso de propuestas como La Brújula Dorada (Chris Weitz, 2007) o Eragon (Stefen Fangmeier, 2006) demuestra que nada es infalible en Hollywood. Pasé mucho miedo con mi primer guión. Tenía la misión de no defraudar a nadie. Los seguidores de la obra de Meyer son muy radicales. También agradecidos, pero eso vino luego. El proyecto me llegó un poco por casualidad, yo ya había escrito cosas sobre el universo juvenil para TV, como The O.C., y me pareció curioso ver esos estereotipos universales y eternos del primer amor, de la dificultad de ser joven, en un marco fantástico de vampiros y hombres lobo. La responsabilidad fue enorme. Me aislé en casa, sin mirar Internet (¡solo había amenazas por si cambiaba una coma de los libros!), y procuré entender a los protagonistas, especialmente a Bella. Esos miedos, esas presiones… ¡no han desaparecido!
HORMONAS ACELERADAS
Su público está formado por chicas de entre 12 y 17 años, estadísticamente hablando. ¿Cuál es la explicación? En primer lugar, me gustaría decirte que no son solo películas para chicas, se pone vehemente la guionista: Sé que hay un gran número de fans hombres que comprenden el mensaje de las cintas. Sí, me lo dicen en e-mails, casi de manera vergonzosa, como si temieran demostrar que los sentimientos, el amor loco, son algo reservado para las mujeres. Lo que sí posee de femenino la franquicia es que permite a las adolescentes vivir su sexualidad aunque sea a una edad temprana. Me enerva esa corriente de opinión que afirma que no hay sexo en estas novelas y en estas adaptaciones: el sexo es el motor principal de ellas. Bella es el personaje activo y sexual de la pareja, y en ella se ven reflejadas chicas que también tienen deseos. El deseo, el sexo, es para muchas chicas algo unido a lo romántico, al romanticismo, lo que lo hace mejor y más interesante que un simple calentón de un chico o un hombre. La manera en que se cruzan esas pulsiones con toda una imaginería fantástica (vampiros y licántropos que son figuras asimismo muy sexuales, muy del miedo a volar de la mujer en su pubertad) son la clave del éxito de la franquicia. Y, bueno, sí, reconozco que algunos hombres tenéis el problema de que en el universo Crepúsculo los chicos están todos muy buenos, van al gimnasio y no hacen el ridículo cuando se quitan la camisa. Es una dura competencia… ¿y una excusa para odiar los films?
CONSTRUYENDO LA SAGA
Tras este golpe bajo a los abdominales de quien esto firma, la conversación deriva ahora en cómo se hilvanó y se levantó el entramado de los films, comenzando, claro, por un reparto que se ha revelado fundamental para el éxito popular. No puedo imaginar a otros dos actores que a Kristen (Stewart) y a Robert (Pattinson), se deshace en elogios Melissa Rosenberg. Hubiésemos podido contratar a actores más guapos, más famoso, incluso te diría que mejores, pero ninguno hubiese podido hallar la magia y la química entre ellos dos. Ha habido críticas de los fans de la saga, pero nadie, nadie en absoluto ha dicho nada en contra de Kristen Stewart y Robert Pattinson. Son el alma de estas películas. Te confesaré una cosa: en Luna Nueva, el personaje de Edward Cullen, Pattinson, es casi un ausente en la trama, pero yo me tomé la licencia de hacerlo aparecer mucho más para sentirlo en pantalla y que Bella reaccionara ante él. Esto te dará una idea de que, a pesar de los acuerdos, sacrificios y renuncias que uno hace al ponerse al frente de la adaptación de una obra tan importante, hay espacio para ser creativo.
CUATRO APROXIMACIONES AL MITO
Catherine Hardwicke, Chris Weitz, David Slade y Bill Condon… cuatro directores para una sola guionista (y un cuarteto de libros, sí). Curiosamente, solo una de ellas, la primera, Hardwicke, mujer. Cada director ha enriquecido la franquicia, juega a la diplomacia (seguramente sincera) Melissa Rosenberg: En su estilo, han sido capaces de explorar facetas de las novelas, de mis guiones, con una mirada limpia y novedosa, creativa. En el caso de Hardwicke, fue algo muy bonito porque se unían tres mujeres, y eso sirvió para cimentar todo lo que ha llegado luego: que en algo donde hay vampiros inmortales, hombres que se transforman en lobos y sectas milenarias haya latidos de realidad, que sea algo real, algo tratado no con la perspectiva (respetable) del cine de género canónico. Son películas sobre sentimientos, pasiones y miedos a crecer, a entrar en la madurez y enfrentarse a eso tan desconocido que es la vida de adulto. Nos hubiera gustado proseguir junto a Catherine, pero no pudo ser. Eso no provocó ningún traspiés a la franquicia, sino que la enriqueció con nuevos creadores. Sé que no debería decirlo (y la publicista de la productora lo corrobora con un gesto de señorita Rottenmeier), pero mi favorito es Bill Condon, el de esta última parte. No solo es también guionista (y no ejerció aquí como tal, algo que le agradezco), sino alguien muy vinculado al fantástico, y con una visión muy inteligente.
TRAS LA BODA (Y EL FUNERAL)
Entre sus próximos proyectos, Melissa Rosenberg tiene el de remakear (o resetear) el clásico ochentero Los Inmortales (Russell Mulcahy, 1986), tarea para la que los productores cuentan, dirigiendo, con Juan Carlos Fresnadillo, quien se paseaba también por Sitges presentando su último trabajo: Intruders. No puedo avanzar mucho de ello, nos dice la guionista, es todavía muy pronto para alimentar Internet con más rumores, porque aún pueden cambiar cosas. Lo que no va a cambiar es la devoción que por Rosenberg tienen los hooligans de una serie en la cual ella ha ejercido de productora ejecutiva, y para la cual ha escrito bastantes episodios: la sangrienta Dexter. ¿Qué voy a decir de ella? ¡Es mi ojito derecho! Es casi como una terapia para mí, y, esto te lo digo entre tú y yo, a veces, cuando me estancaba en algo relacionado con Crepúsculo y sus continuaciones, me sentaba a esbozar ideas para Dexter. Aunque pueda provocar risa, hay bastantes cosas en común entre el universo psicológico de Dexter y lo que viven Bella y Edward. ¿Un Dexter en pantalla grande? ¿Y por qué no una saga? Ojalá el cine fueran tan arriesgado como lo es la televisión actual.
via. diariotwilight
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