A Robert Pattinson no le gusta ya volar, porque volar significa aeropuertos, y aeropuertos significa encontrarse a gente que probablemente se vuelva loca cuando le vea, gritando y llorando e intentándo tocarle y pidiéndole que les muerda el cuello. Tímido para un actor, Pattinson, el cual cumplirá años el próximo mes, dice que ve la histeria que le envuelve desde que apareció por primera vez como el vampiro galán y adolescente Edward Cullen en la primera película de Crepúsculo, en 2008, como “muy extraña”.
“Esta cosa en la que todo el mundo te conoce“, dice un día en Baton Rouge, donde está filmando la cuarta y quinta parte de la saga; Breaking Dawn, Parte I y Parte II, “es rara, porque la gente tiene esa relación unilateral en la que miran tu foto y sienten que te conocen más que incluso a una persona que ya conocen realmente.“ Y, añade Pattinson, “No me conozco tan bien ni a mí mismo“.
Por ello – dada su aversión a los viajes aéreos, y su sensación de que podría usar algo de tiempo para conocerse a sí mismo – Pattinson decidió lo siguiente, cuando tuvo que viajar desde Los Angeles hasta Nueva Orleans para unirse al cast de Crepúsculo en Noviembre, él conduciría. “Eso fue increíble,” dice sobre el viaje, el cual hizo junto con dos amigos de Londres. “Estuve en estaciones de servicio durante todo el tiempo. Me orientaba con un iPhone.” Ésta aventura Kerouaciana (se refiere a que esa historia se parece a la de “On the Road”, libro escrito como ya sabréis por Jack Kerouac, ya que Kristen protagoniza la adaptación al cine de la misma) que los llevó a través de Arizona y Nuevo México, donde les condujo hasta la minúscula ciudad nativa americana de Zuni. “No se parecía a América para nada,” dice Pattinson nostálgicamente. “Mis amigos y yo éramos los únicos de color blanco.”
Pararon en un bar en Lubbok, Tejas, donde, por primera vez desde que Pattinson puede recordar, se sentó y se tomó una cerveza, sin ser molestado por paparazzi o fans. “Nadie me reconoció ni nada,” dice. “Y yo estaba como; ‘Ah, esto es genial, sentado y comiendo unas alitas de pollo y todo eso.” Estuvo buscando un lugar donde se pudiera sentir tal cual es él mismo, y pensó que finalmente lo había encontrado.
Pero ocurrió algo. Se difundió el rumor. “Ellos siempre lo descubren de alguna manera,“ dice resignado. De repente había cientos de personas en la calle, y la policía tuvo que ir a controlar la muchedumbre. Uno de los “gorilas” le preguntó; “¿Quieres que vayamos y peguemos a alguien?,” y Pattinson dice; “estaba como: ¿De qué diablos estás hablando? No necesitáis golpear a nadie‘.” Ahora, él y sus amigos estaban atrapados en el mismo bar que había sido un oasis del anonimato. Un escolta de la policía tuvo que llevarlos de vuelta a su hotel.
Unos pocos meses después en Baton Rouge, Pattinson dice que no tiene ganas de salir, ya que no se sabe cuándo una simple salida a un restaurante puede causar otro alboroto. “Y sería justamente algo así,” dice, agachando su cabeza hacia la mesa, apoyándose en el interior del codo de su brazo. Levanta la cabeza de nuevo y – oh, wow. No puede ocultar su aspecto al igual que escapa de la atención de sus fans. Su cara tiene una especie de esplendor propia de la cara de un niño, con su perfecta piel pálida, labios rojos y grandes ojos. Es duro decirlo de otro modo: él es hermoso.
Pero tales superlativos son probablemente la clase de cosas que le harían encogerse y sudar incluso más profundamente de lo que lo está haciendo ahora mismo a través de su camisa de algodón azul clara desabotonada. Parece nervioso; el dice que está nervioso. Esto de las entrevistas no es lo suyo. “Estoy muy aburrido,” dice frotando repetidamente sus manos a través de su espeso pelo marrón, hasta que éste se queda en un extremo. “Estoy muy quemado.” Tiene una adicción a fumar American Spirits, y a beber café, agua y té helado ‘Snipple’, y mientras mordisquea los lazos de chocolate que su ayudante ha dejado en un bol para él.
Afuera, podemos oír los ladridos de los perros. “Espero que no maten al pobre Martin,” dice Pattinson, levantándose de la mesa de la cocina y mirando a través de la ventana. Martin es un excluido, lo más bajo de un grupo de perros pertenecientes a los ayudantes de Pattinson y su compañera de reparto de Crepúsculo, Kristen Stewart. Los ayudantes están compartiendo ésta acogedora casa de alquiler en una tranquila zona residencial de Baton Rouge. Ellos han encendido una pequeña chimenea que chisporrotea y unas sospechosas velas aromáticas para que Pattinson se encuentre cómodo mientras hace su entrevista.
“No se qué es lo malo que hay conmigo,” dice Pattinson, volviendo de nuevo a la mesa. Desde que volvió del set de Crepúsculo, dice, que no se siente bien consigo mismo. “Mi cerebro no trabaja más. No tengo nada de memoria. No puedo escribir. Todo lo que puedo hacer es firmar con mi nombre. El otro día intenté escribir – parecía que estaba escribiendo en Braile.” Le pedí que escribiese algo en mi cuaderno; lo hizo, y no era legible. “¿Ves?” dice. “Parece que lo hayan escrito unas arañas.”
Hay una parte de broma en su triste descripción de su estado de ánimo actual, pero a la vez está siendo muy serio. Parece que las restricciones de vivir en la burbuja de su inmensa fama están empezando a superarle. “Me siento como frenado cuando hago cualquier cosa,”dice él. “nunca cambio el canal en mi trailer. Siempre veo las repeticiones de las series ‘House of Payne’ y ‘Dos hombres y medio’. Me encanta ‘Cops’ – creo que es mi serie de televisión favorita.
“Dios,” dice, riéndose, “Sueno como un completo perdedor.“
Despiértame cuando se haya acabado
“Kristen está muy centrada en convertirse en actriz,” dice Pattinson, más tarde, sobre Stewart. “Quiero decir, eso es lo que es – ella es una actriz. Considerándome a mí – realmente no lo se.” A pesar de las muchas cosas que hace, Pattinson siempre es preguntado, a donde quiera que vaya, acerca de la naturaleza de su relación con Stewart, de 21 años. Se rumorea extensamente sobre que tienen un tórrido romance, algo que se niegan a confirmar (incluso ni Oprah pudo sacárselo a ninguno). Otros rumores en cambio afirman que el romance es simplemente publicidad para las películas de Crepúsculo.
“¿Estás preguntándome si realmente soy un vampiro?” dice Pattinson riéndose, cuando me uní al coro, preguntándole si su amor dentro de la pantalla refleja su relación en su vida real. Mientras esperaba una respuesta, Pattinson empezó literalmente a retorcerse. “Si. Um. No, no realmente,” dice él. “Es bastante dificil de… Simplemente es muy traumático,“ dice él de modo oculto.
“Quiero decir, ¿sois muy intensos el uno con el otro?, pregunto.
“Oh, no lo sé,” dice él finalmente. “Ella es genial. Incluso antes de que la conociese pienso que era una buena actriz. Por ejemplo, la vi en ‘Into the Wild’, y pensé que era muy buena en ello. Aún sigo pensando que hay unas pocas chicas de su clase que son tan buenas como lo es ella. Es gracioso que ella es la única que está haciendo esta gran cosa” Eso es, Crepúsculo.
“Cuando esto termine,” dice Pattinson, refiriéndose a la aparentemente imparable máquina de entretenimiento que es Crepúsculo, “los medios de comunicación perderán el interés“ en su presunta relación. El lo espera. “No habrá nada que decir. No se convertirá nunca más en un titular. No se convertirá en una noticia.”
Pero la gran pregunta para Pattinson – y de la cual parece que se protege dolorosamente – es que incluso cuando la locura de Crepúsculo acabe del todo, pudiese volver alguna vez a ser solamente Rob, donde quiera que eso tuviese la posibilidad de suceder. Las cuarta y quinta películas de la saga no saldrán hasta noviembre de 2011 y 2012, y con fans tan obsesionados que se hacen llamar Twihards (sin mencionar la máquina de marketing tan efectiva de Summit Entertainment), el fenómeno puede seguir mientras existan chicas adolescentes con un gusto por lo macabro y sin nada que hacer.
Fuente:diariotwilight
Transcripción/Traducción/Vía: TodoTwilightSaga
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